domingo, 18 de mayo de 2008

Congo 4: Mining in Congo

Mi madre me ha dicho hoy por teléfono que en el Congo, al blanco que pillan lo hacen mondongo. Por ahora vamos sobreviviendo. Tras dos días en Kinshasa hemos cogido el avión a Lubumbashi. El viaje, en la muy respetable aerolínea Hewa Bora Airways (esta es de las que no dejarían aterrizar en Europa), ha durado un par de horas en las que hemos pasado del clima tropical de Kinshasa al calor seco de Lubumbashi situada en una planicie en el centro sur del Congo a 1.200 m de altitud. El aeropuerto de Lubumbashi se nota más cuidado que el de Kinshasa aunque el caos para conseguir las maletas es más o menos el mismo.


 
Lubumbashi es la capital de Katanga, la provincia minera al sudeste de la RDC. En Katanga se encuentran aproximadamente un tercio de las reservas de cobre del mundo y más de la mitad de las de cobalto. También existen otros minerales más o menos valiosos, en particular el tantalio, que se encuentra en forma de coltán y que se utiliza para hacer teléfonos móviles. 
 
En los años 70 y 80, el Congo (a través de la empresa estatal Gécamines) era el mayor productor de cobre y cobalto del mundo pero hoy en día casi todas las minas están paradas y sólo la sale del país una pequeña cantidad de mineral extraído, en su mayor parte, por métodos artesanales. Durante los años de la guerra y de transición (1997-2003-2006) la Gécamines y los distintos gobiernos firmaron un gran número de contratos de explotación con empresas más o menos respetables (desde multinacionales hasta empresas fantasmas creadas por traficantes de armas zimbabwenses). Las condiciones en muchos de esos contratos son de risa. O los funcionarios que firmaban los contratos no tenían ni idea de lo que estaban haciendo o recibieron los pagos necesarios para no darse cuenta. El gobierno quiere ahora renegociarlos para crear condiciones de explotación más justas para el gobierno y las empresas. Hasta aquí todo parece claro: las malvadas empresas sobornaron a los antiguos funcionarios y el gobierno ahora quiere hacer justicia. 
 
En realidad es todo un poco más complicado. Para empezar, muchos de los funcionarios que firmaron aquellos contratos son los mismos que ahora los quieren renegociar. Curiosamente, muchos contratos se firmaron en los meses anteriores a las elecciones de 2006 y, curiosamente, el partido de Kabila gastó ingentes cantidades de dinero en la campaña electoral. ¿De dónde vino todo ese dinero? De los "pas de porte" de los contratos mineros, se comenta. Para acabar de liar las cosas, el documento de la comisión interministerial que ha analizado los contratos es bastante pobre. No analiza los problemas reales de los contratos (desequilibrios en la gobernanza de las operaciones, incontables oportunidades para evasión fiscal, etc.) y las recomendaciones se limitan a lo de siempre: es necesario aumentar el pago inicial al gobierno para mantener el contrato. En fin, las cosas no son blancas o negras... son negrísimas lo mires por donde lo mires.  
 
Y mientras, casi todas las operaciones están paradas porque las empresas no quieren hacer inversiones sin una mínima seguridad sobre lo que pasará con el proceso de renegociación. Los únicos que realmente se mueven son los chinos. Tal y como hicieron hace un par de años en Angola, han conseguido que el parlamente congolés apruebe un contrato por valor de decenas de miles de millones dólares. El contrato, extremadamente opaco, incluye carreteras, líneas de tren y otras obras públicas con la que los chinos pagarán parte de la concesión de extracción de minerales de cobre, manganeso, etc. Es el "Chinese way" en África. Desde Angola hasta Sudán, ahora pasando por el Congo. Mientras las empresas occidentales hacen la guerra individual y soportan la presión internacional para que aumenten la transparencia, respeten los derechos humanos y utilicen mano de obra local (en ocasiones con poco éxito, bien es verdad), los chinos llegan con el paquete de obras públicas por recursos minerales cerrado. Negocian en secreto y directamente con el gobierno un contrato único sin participar en concursos de licitación, utilizan casi únicamente mano de obra importada de China (en el avión a Luanda la mitad del pasaje era chino) y exportan el mineral sin afinar ya que las plantas de procesado (y el valor añadido que éstas crean) están en China. En fin, el modelo occidental no ha sido capaz de generar el desarrollo esperado en África pero, me parece a mi, que el modelo chino tampoco lo va a conseguir (claro que el desarrollo de África importa tan poco en China como aquí). 

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