Llevo tiempo sin escribir nada así voy a ir recuperando el tiempo perdido contando las historias que he pensado en incluir durante el último mes pero que todavía no os había contado.
El post de hoy es sobre nuestra primera fiesta en el Guggenheim. Viernes 22 de febrero el museo inaugura la nueva colección de Cai Guo-Qiang, artista internacionalmente aclamado y cuyas obras transgresoras han, según el folleto, "destruido los parámetros artísticos aceptados en nuestro tiempo." En fin, cuando uno tiene dudas sobre si habrá exagerado en el curriculum, no hay como los folletos de las exposiciones de arte moderno para convencerse de lo contrario...
Nuestro amigo Cai es un artista que literalmente se dedica a colgar objetos del techo. Los objetos en cuestión pueden ser manadas de perros, tigres siberianos o Toyotas... poco importa. En el Guggenheim, colgó 9 coches del techo de la Rotunda, el gran espacio vacío en el medio del museo. La verdad es que quedaba bastante bien, aunque probablemente gran parte del mérito lo tenga el edificio diseñado por F. Lloyd Wright... cualquier ocurrencia artística le sienta bien. El siguiente video es una primicia del día de la inauguración.
Además de los coches, me quedo con la manada de lobos que se estrellan contra el cristal. No sé muy bien cual es el significado profundo de esta pieza pero es bastante divertida.
La fiesta en sí fue un poco sosilla, muy cool, pero sosilla al fin al cabo. Cai Guo-Qiang (los coches, los lobos y los tigres colgando) entretienen un rato. Más allá, sólo queda observar al resto de los asistentes y comentar los diferentes atuendos y peinados (todos muy cooles, por supuesto). El momento más gracioso de la noche ocurrió en una de las salas laterales, donde Cai había montado algo muy parecido a un aquopolis rústico que los aficionados al arte podían recorrer montados en una barquita de cáñamo. La imagen no tiene precio: aficionada al arte elegantemente vestida se monta en una barquita para recorrer 20 metros por un canal de agua seguida de cerca por un guardia de seguridad que vigila que la susodicha no se lastime ni dañe la instalación... ¡Viva el arte!
Muchas cosas han pasado desde el fin de semana de la marmota, la superbowl y el super martes. Empecemos por el principio. Phil, la marmota de Punxsutawney (Pennsylvania), predijo 6 semanas más de invierno, mientras Chuck, la marmota de Staten Island (Nueva York), predijo el fin del invierno. El cambio climático tiene sin duda confundidos a estos simpáticos roedores pero, visto lo visto en febrero (heladas, tormenta de nieve, etc.), parece que Phil sigue teniendo el sexto sentido más afilado a este lado del Atlántico.
En la superbowl ganaron los NY Giants a los New England Patriots de Boston en un partido épico y muy, muy emocionante. Tengo que romper una lanza por el fútbol americano. Yo pensaba que era un deporte complicado, bruto y aburrido. Complicado es un poco, la superbowl era el segundo partido que veía, y tuve que preguntar unas cuantas veces por qué el árbitro decidía tal o cual cosa. Bruto, es bastante. Básicamente es una guerra entre los que quieren tumbar al que tiene el balón y los que le protegen. Pero aburrido....no. Es muy emocionante, no tan rápido como el fútbol pero mucho más táctico. Los Giants iban por detrás en el marcador, acercándose poco a poco, en cada jugada, a la línea de touchdown de los Patriots. Sabiendo que fallar en una jugada significaba perder la posesión y, seguramente, el partido. Arriesgando para avanzar contra el equipo favorito que no había perdido ni un sólo partido en toda la temporada. Con poco más de un minuto para el final del partido, en la que ha sido considerada la mejor jugada de la historia de la Superbowl, Manning, el quaterback de los Giants, escapó no se sabe bien como de los defensas de los Patriots, lanzó y Tyree, el receptor, consiguió coger el melón con una sola mano y sujetarlo contra su casco. Mítico. Estuvimos viendo el partido en casa de los vecinos de un amigo de un amigo. Una experiencia muy americana. Al contrario que el R. Madrid-Barca, aquí la Superbowl la ve todo el mundo, féminas incluidas. Aunque la conversación de las mujeres giraba menos en torno al partido y más en torno a lo malvado que era Tom Brady, el quaterback de los Patriots, por dejar a su novia embarazada por la supermodelo brasileña Giselle Bundchen. En Nueva York al menos, el resultado del partido hizo justicia en muchos sentidos.
Y finalmente, las primarias están que arden. El supermartes fue decisivo en el bando republicano. McCain ganó y su gran rival, Romney, se retiró al día siguiente. Queda en carrera Huckabee pero sólo un milagro podría evitar que McCain consiguiera los pocos delegados que le quedan para tener mayoría. Huckabee, pastor baptista, quiere subir el gasto militar estadounidense del 4 al 6% del PIB y quitar el income tax (IRPF). Cuando los periodistas le sugieren que aumentando gasto y bajando impuestos las cuentas no salen, él responde que no se graduó en matemáticas sino en milagros. Esto es América. En el bando demócrata, el resultado del supermartes fue un empate técnico. Hillary ganó en los estados más grandes (California y Nueva York) pero Obama ganó en más estados. Sin embargo, lo importante vino luego. En las tres semanas que han pasado desde el supermartes, Obama ha ganado todas y cada una de las primarias que se han celebrado, casi todas por amplios márgenes. Además, ha recuperado terreno entre las categorías en las que Hillary dominaba: mujeres blancas, latinos y miembros de sindicatos (existen en EEUU, en serio). The Economist, que allá por noviembre consideraba a Hillary como candidata ineludible, dice ahora que Obama tiene todas las de ganar. La popularidad de Obama no ha parado de crecer desde hace meses y recauda mucho más dinero, sobre todo a través de Internet: $28 millones sólo en enero, el 90% de las donaciones menores de $100. Hay muchísima gente muy ilusionada con Obama, algunos famosetes, como los del video más abajo (jejeje... yo me emociono). En fin, todo depende de lo que pase el 4 de marzo en los dos grandes estados que quedan: Texas y Ohio. Hillary tiene todavía un poco de ventaja en ambos por la importancia de la población latina y trabajadora pero está perdiendo fuelle y debería ganar de manera convincente en ambos para mantenerse con posibilidades. Obama ya está por delante en número de delegados elegidos en primarias (unos 3.500 en total). A estos hay que sumar los superdelegados, personalidades del Partido Demócrata con derecho a voto en la convención (unos 700). Hillary tiene el apoyo de más superdelegados aunque si Obama sigue ganando a este ritmo, es posible que la ventaja no sea relevante. Veremos...
El fin de semana justo después de mi cumpleaños (15 y 16 de febrero) nos fuimos a esquiar con unos amigos a Mount Snow, en el estado de Vermont (se dice Vermón), al norte de Nueva York. Vermont es famoso por sus paisajes, sus estaciones de esquí, sus vacas y los helados Ben&Jerry's. Salimos en coche el viernes a las siete de la tarde, con música country y Surfin' USA de los Beach Boys, con intención de llegar a la Posada del Roble Rojo (Red Oak Inn) no más tarde de las once de la noche. Nuestra única guía, unas instrucciones de Google Maps porque ¿cómo nos vamos a perder en Vermont? Seis horas más tarde, tras pasar Albany, nos equivocamos en un desvío.
Poco después, nos encontramos en un pueblo desconocido que no aparecía en nuestra notas. Es la una de la mañana, el depósito de gasolina en la reserva desde hacía veinte minutos, -10 C en el exterior y ninguna gasolinera a la vista. Todas las casas, de madera, individuales, con una bandera americana ondeando en el porche, cerradas a cal y canto. Alguien hace una broma sobre cómo nos recibirían, rifle en mano, si llamamos a la puerta. Las risas son un poco forzadas, nerviosas. Al fin vemos una gasolinera. En la caseta un hombre limpia el suelo con una mopa, a este lado del Atlántico no han descubierto la fregona. Salimos del coche y nos acercamos. El hombre tiene un acento muy cerrado y apenas nos conseguimos hacer entender, ni siquiera Joe, súbdito de Su Majestad Británica. La gasolinera está cerrada, él solamente es el cleaner, tenemos que volver sobre nuestros pasos. Benington, el pueblo anterior está a 15 millas, es probable que no nos llegue la gasolina. Nos montamos en el coche y damos media vuelta. Quitamos la calefacción y tratamos de conducir sin pasar de 2.000 rpm. A la salida del pueblo hay una cuesta arriba de varias millas. Si conseguimos llegar al puerto, el resto es una suave bajada. A la una y media de la mañana entramos en Benington. La primera gasolinera está cerrada pero el pueblo es bastante grande, tiene que haber otras. Pasamos dos más, cerradas. Finalmente, en la avenida central del pueblo, encontramos una gasolinera abierta 24 horas. Media hora más tarde aparcamos el coche junto a la Posada del Roble Rojo y llegamos a la puerta por un sendero con paredes de un metro de nieve a cada lado.
Además de la aventura de la gasolina, el fin de semana estuvo muy bien. Llevaba sin esquiar desde que me rompí los ligamentos por primera vez en Sierra Nevada en 1998.... ¡¡10 años!! Para mi propia tranquilidad y la de mis más allegados, me había comprado una rodillera supercalifragilística que prácticamente me garantizaba romperme cualquier otra parte del cuerpo antes que la rodilla. Además, decidí hacer snowboard en vez de esquí, porque me daba miedo que cada pie pudiese querer ir a un sitio diferente. El resultado al final del fin de semana fue perfecto: una rodilla incólume y un importante dolor de posaderas. Es bastante más rápido aprender snowboard que aprender a esquiar y, si ya sabes esquiar, todavía mejor. El domingo, un día después de haber empezado, ya era capaz de encadenar varios giros antes de dar con mis huesos en la nieve. Lo que no pudo evitar la rodillera es que me atacara la gripe el domingo cuando volvíamos. Por aquí la gripe no se anda con tonterías: 40 C de fiebre, dolor en todos los músculos del cuerpo, atasco nasal, etc. etc. Cuatro días después volví a clase y diez días después estoy casi recuperado.
El momento final del video es un buen resumen del fin de semana...