viernes, 22 de febrero de 2008

Fiesta en el Guggi

Llevo tiempo sin escribir nada así voy a ir recuperando el tiempo perdido contando las historias que he pensado en incluir durante el último mes pero que todavía no os había contado. 
 
El post de hoy es sobre nuestra primera fiesta en el Guggenheim. Viernes 22 de febrero el museo inaugura la nueva colección de Cai Guo-Qiang, artista internacionalmente aclamado y cuyas obras transgresoras han, según el folleto, "destruido los parámetros artísticos aceptados en nuestro tiempo." En fin, cuando uno tiene dudas sobre si habrá exagerado en el curriculum, no hay como los folletos de las exposiciones de arte moderno para convencerse de lo contrario...
 
Nuestro amigo Cai es un artista que literalmente se dedica a colgar objetos del techo. Los objetos en cuestión pueden ser manadas de perros, tigres siberianos o Toyotas... poco importa. En el Guggenheim, colgó 9 coches del techo de la Rotunda, el gran espacio vacío en el medio del museo. La verdad es que quedaba bastante bien, aunque probablemente gran parte del mérito lo tenga el edificio diseñado por F. Lloyd Wright... cualquier ocurrencia artística le sienta bien. El siguiente video es una primicia del día de la inauguración. 
 


Además de los coches, me quedo con la manada de lobos que se estrellan contra el cristal. No sé muy bien cual es el significado profundo de esta pieza pero es bastante divertida.
 

La fiesta en sí fue un poco sosilla, muy cool, pero sosilla al fin al cabo. Cai Guo-Qiang (los coches, los lobos y los tigres colgando) entretienen un rato. Más allá, sólo queda observar al resto de los asistentes y comentar los diferentes atuendos y peinados (todos muy cooles, por supuesto). El momento más gracioso de la noche ocurrió en una de las salas laterales, donde Cai había montado algo muy parecido a un aquopolis rústico que los aficionados al arte podían recorrer montados en una barquita de cáñamo. La imagen no tiene precio: aficionada al arte elegantemente vestida se monta en una barquita para recorrer 20 metros por un canal de agua seguida de cerca por un guardia de seguridad que vigila que la susodicha no se lastime ni dañe la instalación... ¡Viva el arte!

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