domingo, 31 de agosto de 2008

Bangladesh 3: Old Dhaka Finale

Tras una hora perdido por Old Dhaka y tras cruzar un bonito aparcamiento de rickshaws junto a un vertedero, acabé llegando al río. La imagen era bastante chula. El río tiene unos 200 metros de ancho y sólo hay un puente que lo cruza. Por unas cuantas takas puedes coger una de las cientos de pequeñas barcas a remo que lo cruzan. Lentamente, el barquero sentado en la parte de atrás impulsa la barca hacia delante introduciendo el remo en el agua y moviéndolo con las manos o con los pies como si se tratara de un gondolero veneciano. Las barquichuelas se cruzan a cada rato con grandes barcazas que bajan y suben por el río continuamente. Al bajar van tan cargadas de arena que apenas asoman medio metro de casco por encima del agua, y al subir, vacías, muestran sus panzas cuadradas.
 


 

En las orillas, grupos de niños se tiran al agua desde los muelles o desde las barcazas abandonadas mientras mujeres y hombres se lavan en el agua turbia. Un poco más allá, tras dejar a un lado el Palacio Rosa, se encuentra la terminal de barcos de pasajeros en la que puedes embarcarte para ir a Khulna y los manglares de Sundarbans, a ver al tigre de Bengala. A mi no me daba tiempo a ir y volver porque el viaje de ida son sólo 150 km pero dura ¡¡30 horas!!
  
Lo llaman Rocket (en serio...)

Después de un rato a la orilla del río y para evitar zambullirme de nuevo en el caos de la ciudad, decidí tomarme un descanso y me cogí un rickshaw hasta una cafetería que recomendaban en la guía. Me tomé un té estilo Bangladesh, dulce y denso porque hierven las hojas de té directamente en la leche, y traté de charlar un poco con los camareros. Poca gente en Dhaka habla inglés pero en cuanto te ven, están encantados de chapurrear contigo. Son en general muy simpáticos y curiosos, miran muy fijo a los ojos y cuando empiezan a preguntar no paran: nombre?, país?, trabajo?, qué estudias?... Lo mejor de todo fue cuando les dije que era español..."Ahhh...very good football champion...Torres, Casillas". Hasta en Bangladesh... quién lo iba a decir.
 
Una vez terminado el té, me fui a Hindu St., la calle de los artesanos. El principio no es muy alentador, hay un par de talleres donde labran lápidas, todas iguales y redonditas. Más adentro se pone más interesante: un taller de guitarras, otro donde hacen collares y pulseras a partir de conchas y, de repente, un taller donde un dhakeño con el torso desnudo y el lunghi enrollado en la cintura, se afana en dar forma al quinto brazo de un dios hindú hecho con barro mezclado con hierba. Tras un par de dudas, entré en el taller lleno de esculturas con cabeza de elefante a medio terminar. Uno de sus colegas me trajo té y me ofreció un taburete y allí me quedé un rato embobado con el artista. Al cabo de un rato seguí mi visita, no sin antes sonreír mucho y decir “Thank you” muy despacio varias veces. 
 
El artista

Al salir estaba empezando a anochecer y en el aire se entremezclaban las voces amplificadas de decenas de muecines que llamaban a la oración. Un poco más allá, un montón de zapatillas y alpargatas se amontonaban junto a una puerta desde la que se vislumbraba un sala blanca donde decenas de hombres se arrodillaban, hundían la cabeza en el suelo y volvían a levantarse una y otra vez en perfecta coordinación. Di el día por terminado, me cogí un tempo de tres ruedas y me volví al hotel.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mitad de septiembre y ni una sola entrada...mmmm te veo vaguete. Comentanos algo, por allí hay bastante movimiento no?

Informanos, tienes que ser el reportero más dicharachero de barrio columbia

Anónimo dijo...

Holaaaaaa

Hay alguien en casaaaaa?????